Excursión a la Cueva del Ave María
Espero que hayáis descansado, aventureros, la expedición de hoy es por montaña. Aquí una imagen de nuestro destino.
Como ya es costumbre, nos reunimos en una parada de transporte público, y es que esta gente de ALUNA siempre estudia los horarios de trenes y autobuses para que sea fácil unirse a la excursión.
La parada está junto a la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, un lugar inmejorable para el inicio.
Comenzamos ilusionados y con mucha energía a subir empinadas calles del pueblo, ¡queremos llegar a la montaña! pero Félix nos advierte de que debemos reservar fuerzas
Ya pisamos sendero natural, y mientras recuperamos el aliento Sara nos cuenta algo muy interesante sobre el origen de Manzanares el Real y su historia.
Pues hala, a agarrarse los machos y a subir. Cada uno a su ritmo, aunque Félix ameniza la ascensión con sus chanzas y algunos breves descansos. Y, muy misterioso, promete desvelar el nombre de esta elevación cuando coronemos.
¡Hemos alcanzado la cima de este primer monte! Lo prometido es deuda, dinos su nombre, Félix.
¡Vaya, así que éste es el motivo! Y ya te conozco, ésta es tu primera parada programada, en la que aprovecharás para alimentar nuestra curiosidad con un montón de cosas sobre estos hermosos ejemplares de alcornoque.
Sigamos el camino, con cuidado ahora, pues podría pasar inadvertido el sendero oculto que lleva a nuestro objetivo.
¡Aquí está!, la pequeña pradera de lanchas graníticas previa a la cueva. Las vistas son impresionantes... Y además parecemos la portada de un disco de los 80.
Sara nos insta a detenernos y señala sonriente hacia un promontorio de roca. ¡No puede ser una casualidad! ¿Sabías que estarían aquí?
¡Son cabras! Y Sara nos las presenta compartiendo con el grupo curiosidades de zoología sobre estos bichos que desconocíamos... Diversas especies, combates a cuerno y topetazo y mucho más.
¡Acércate que no veo bien. En la próxima excursión me agencio unos prismáticos, o un catalejo de esos que llevan Félix y Sara para observar la fauna y la flora.
Y ahora, una pequeña trepada hasta la Cueva del Ave María, donde Sara nos da unas nociones sobre geología y, de postre, las leyendas locales que circulan sobre esta antigua gruta. Me encantan las leyendas que nos contáis.
¿Os atrevéis a explorarla? Está muy oscuro, pero los guías vienen preparados con frontales.
Sara nos conduce en las sombras hasta dos pequeñas criaturas que cuelgan boca abajo del techo. No puede ser, nunca había visto ninguno. ¡Murciélagos!
Me apunto una cámara con teleobjetivo además del catalejo, que no se ve nada. Eh, pero están ahí, son esas dos bolitas oscuras en el techo.
Una vez exploradas las maravillas del interior rocoso, vayamos hacia la luz. No nos dejamos a nadie dentro ¿verdad?
Mientras nos repanchingamos entre las rocas con el bocata, Sara nos habla sobre vampiros, murciélagos, sus hábitos y la diversidad de especies que existen. Estos simpáticos animalillos son un mundo completamente desconocido para mí.
Y ahora, rumbo hacia la Gran Cañada. En el camino nos topamos con uno de las formas insignia de la Pedriza, nuestro querido Caracol.
Y esto de aquí, nos comenta Félix, es el Risco del Ofertorio, donde los habitantes del pueblo peregrinaban para cumplir con ancestrales costumbres. Altares, velas, exvotos y alguna que otra leyenda más... Félix consigue que el lugar despierte en el grupo sentimientos de estupefacción y misticismo momentáneos.
Al fin en la Gran Cañada, la pradera granítica más extensa de la sierra. Los buitres nos sobrevuelan mientras contemplamos asombrados la multitud de formas caprichosas que nos rodean talladas en piedra.
Tras un tiempo de mullida caminata que nuestros pies agradecen, Félix hace un alto y nos da una entretenida clase sobre geomorfología y génesis de los diferentes relieves graníticos. Yo me quedo con ese nombre tan gracioso de piedras caballeras.
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Hora de emprender la bajada. Preparad vuestras rodillas y aprestad los bastones.
Observad y aprended, cabras, mientras os consume la envidia ante la agilidad de nuestro descenso.
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