Dehesas de Galapagar y Colmenarejo
Hoy amanece uno de esos días fríos en los que apetece quedarse arrebujado entre las mantas, en la camita. Pero espera... ¡Es día de excursión!
Esto es diferente, con un café bien caliente confirmamos que, tras las últimas nevadas, hoy disfrutaremos de un sol radiante. Vamos allá, a las Dehesas de Galapagar.
Cuando llegamos contemplamos una magnífica estampa de la sierra nevada, pero aunque hay nubes, de fondo se observa un cielo de tonalidades azules pasteles.
Nos reunimos con los expedicionarios en la parada del autobús 661, y tras una presentación de Sara en la que nos cuenta una graciosa anécdota de las monjas del colegio Veracruz, comenzamos la ruta.
Félix nos cuenta emocionado que recorreremos una colada. ¿Y qué demonios es eso? Se escuchan bromas sobre lavar la ropa y algunas risas. El tío ya nos acaba de transportar a épocas medievales, encrucijadas de caminos y viajes invernales. Y no nos hemos dado cuenta.
Unas simpáticas criaturas nos dan la bienvenida al internarnos por las dehesas. Sara nos cuenta cosas curiosísimas sobre los caballos ¿periso-qué?
Además, ya nos queda claro qué es un dehesa realmente. ¡No sabía que su origen estuviera relacionado con los romanos!
Sigamos, no podemos quedarnos con los caballos, que aún hay mucho por ver. Hale, a caminar por la colada un rato, que viene bien para bajar los turrones.
Atención, Félix se ha adelantado y se detiene junto a un hermoso árbol. Magia, druidas, celtas... ¿Hablas en serio? ¿Un altar dices? y qué interesante cómo se defiende el árbol de sus depredadores.
Pues yo me echo al bolsillo un amuleto de esos que has mencionado. ¿Para qué comentabas que servía?
Sara, guíanos hacia el mirador, no vaya a ser que nos extraviemos. ¿Te orientas con el sol? Ya nos contarás cómo en otra excursión.
Ajá, el mirador. Las omnipresentes torres de Madrid, y al otro lado la Sierra de Guadarrama. Saquemos unas fotos del paisaje. Menudo regalo de vistas.
Félix nos narra una historia acerca del magma enfriado que pisan nuestras botas y de insectos gigantes hace más de 300 millones de años. ¿Carbonífero dices? ¿Bosques enormes? Parece que hayamos viajado hasta allí.
Mira cómo entretiene Sara a los expedicionarios. ¿De qué les irá hablando? La muchacha no para de rajar.
No iremos a subir este monte ¿no? A qué no sabéis por qué se llama Monte Blanco. Félix coge algo del suelo y nos lo explica. De paso aprovecha para colarnos una historia sobre los vikingos y cómo usaban ciertos minerales para orientarse en las tormentas.
Otra vez nos ha pillado, yo ya navegaba en un drakkar rezando a Thor para aplacar su ira.
Ya llegamos a Colmenarejo. y otro simpático caballito se acerca a escuchar lo que Sara tenga que relatar sobre la historia del pueblo y de cómo llegó a tener este nombre. Pues muy interesante, oiga.
Vaya un pueblo cuco. A nuestros oídos llega música y el jolgorio de una fiesta. Pues venga, vamos a desviar la ruta para investigar qué es, pero no os acostumbréis.
Rayos y centellas, chocolate caliente y churros para todos. Pues parada obligada, buenas gentes, aunque no estuviera programada.
¡Cielos!, Félix y Sara, os lo digo a los dos, imponeos un poco y a retomar la ruta. Algunos de los integrantes del grupo ya están bailando y no queremos un motín. ¡Vamos, perezosos, a continuar! Al camino, peregrino.
Claro, ahora nos pesan las barrigas, pero igualmente vamos a detenernos en el merendero a trapiñar y escuchar absortos lo que tenga que ver con estos árboles tan llamativos que parece que tienen ojos en sus troncos.
¿Y esas cosas de color amarillo-naranja chillón pegadas a la corteza? Parecen organismos extraterrestres.
¡Shh! Estamos en lo que en vuestro mapa habéis marcado como aviario. Pero antes explicadnos qué son esas balizas que cuelgan de los cables de alta tensión. Vaya, pues no tenía ni idea...
¡Mirad hacia el cielo! ¡Buitres! Y un milano real. Resulta que sí va a ser zona de tránsito de aves.
¿Cómo se distinguen? Genial, ya no se me olvida.
De regreso a Galapagar, ahora es Félix el que narra la historia causante del nombre de la población y de su escudo tan peculiar. Y de paso nos da algunos detalles sobre la Iglesia de la Asunción y qué son los sillarejos.
Esto se acaba, queridos amigos. Celebremos el final con unas cervezas y una foto de grupo. ¿Lo habéis pasado muy bien, verdad? Me lo imaginaba. Yo voy a repetir seguro ¿Y vosotros?
Choquemos con camaradería los codos;
para despedirnos como los visigodos;
y no olvidemos soltar unas risas;
tanto con ojos como bajo mascarillas.
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