Pagar por andar
Por supuesto, no gustamos a todo el mundo. Y, hasta ahora, imaginamos que cuando a alguien no le han resultado de su agrado nuestras rutas, simplemente no ha vuelto. Es, en este caso, cuando entenderíamos un comentario desfavorable. Aún no ha sucedido.
Ocurre, más habitualmente, que en nuestros eventos recibimos comentarios de algunos sujetos empeñados en denostar o desvalorizar nuestro trabajo. Son comentarios del estilo: "¿Pagar por andar?", "¿Cobrar por ir al campo? ¡Dónde vamos a llegar!", "Sois mercaderes de la montaña", "Qué barbaridad, lucrarse de llevar gente al campo"...
Solemos ser educados y manifestar nuestro desacuerdo de forma diplomática indicando que para realizar esta labor son necesarias muchas cosas que, como en cualquier trabajo remunerado, pueden ser simplificadas (por personas simples, aunque esta parte sólo la diremos en nuestro blog, que para eso es nuestro).
Cualquier empleo puede sufrir esta terrible mutilación. ¿Imagináis que a un informático le dijeran que se está aprovechando por pulsar botones en un teclado?, ¿o que a un respostero le echen en cara que cobra por meter un bizcocho en un horno?
A menudo se emplea la cien veces maldita palabra lucrarse, que adolece de una abultada connotación negativa en los grupos de senderismo como si fuese una actividad fraudulenta o propia de maleantes. Queridos míos, lucrarse es lo que hace todo hijo de vecino al ejercer una profesión. Cobrar por un servicio; ni más, ni menos. ¿O es que a toda esa gente a la que le escandaliza que un guía cobre por sus labor nunca ha tenido un sueldo? ¿Eso no es lucrarse?
Sí, ya sabemos que a muchos les gustaría que les llevasen de excursión gratis, y que los artículos del supermercado que adquiriesen no les costasen, o que al montar en un taxi la tarifa fuese cero. Total ¿cobrar por llevar a alguien en tu coche? Puede que sean los mismos que se rasgan las vestiduras cuando, después de hacer tripas corazón y aceptar que deben pagar por asistir a una excursión (porque no les queda otra), solicitan plaza en un coche y el conductor les pide que colaboren costeando parte del combustible. "Tú ya ibas a hacer ese camino ¿qué más te da llevarme a mí?".
Cuántos grupos de senderismo sin ánimo de lucro hemos visto desaparecer (muchos sin llevar a cabo ni una excursión) debido a la enormidad del trabajo que conlleva organizar eso mismamente, un grupo. Sólo esta parte puede acabar con la buena voluntad de cualquier guía abnegado.
Hoy en día, asumir la responsabilidad legal de guía tampoco es moco de pavo. Es un peso sobre los hombros del organizador que, aparte de la tensión que genera estar pendiente de la seguridad de todo el grupo (a pesar de la total ausencia de instinto de conservación de algunos individuos, y de sus repetidos intentos de poner en práctica las leyes de la selección natural que de buena gana actuarían sobre ellos) requiere de la inversión económica en un seguro adecuado.
Además, a algunos nos gusta disponer de una formación relacionada para ofrecer las mayores garantías y disfrute, ya sea en orientación, manejo de mapas o primeros auxilios. Por no hablar de estudios en botánica, geología, educación ambiental, zoología... Como eso no cuesta ni tiempo ni dinero, no es lícito que lo cobremos. No señor.
Ir a reconocer la ruta a realizar antes de la excursión (suma combustible y tiempo), o la adquisición de mapas, dispositivos GPS, programas, ordenadores, material para el botiquín y gastos de impresión para carteles, diagramas o explicaciones tampoco es algo a tener en cuenta entonces.
Dicho lo cual, nos parece estupendo que la gente vaya al campo por su cuenta. ¡Nosotros también lo hacemos! Y para nada estamos en contra de los grupos sin ánimo de lucro, de hecho nos parece una opción estupenda si tienes la suerte de dar con uno y además es fiable.
Pero, por favor, basta ya de meterse con las ocupaciones ajenas y de tratar de hundir en público una profesión que se desconoce por completo.