Senda de Otoño: Castañar de las Rozas de Puerto Real



La acción de esta aventura natural se desarrolla al oeste de los territorios administrados por la ciudad de los cauces abundantes. Recorre un trecho de la primitiva colada de poniente, por donde transitaban montaraces, mercaderes y pastores tras haber pagado su tributo a los opulentos recaudadores de Puerto Real.



Explora las proximidades de la encrucijada del collado de la Venta del Cojo y desvela el motivo de que este lugar fuese un punto estratégico.




Ubérrimos bosques de castaños salen al encuentro del viajero. Antes de las primeras escarchas del invierno, las praderas se cubren con un carnaval de colores ocres. Algunos dicen que atravesar el bosque de castaños y sus senderos tapizados de hojas húmedas es como caminar por la mullida alfombra de un rey. ¿Tendrás agallas para internarte? ¿Por qué la pregunta tiene ese ligero tono irónico?



Allí, el aire es fresco y fragante, y comprende el aroma de la tierra mojada y el olor dulce a miel y almendras que desprenden los brotes de los majuelos, ¡pero cuidado con las bayas venenosas!, pues sus colores y aspecto jugoso podría hacerlas incluso más atractivas que las tiernas moras que rezuman jarabe púrpura y que los endrinos de aspecto polvoriento con los que los monjes realizaban sus embriagadores brebajes.



En estos parajes, las botas del caminante se sostienen sobre magma procedente del interior del planeta, cristalizado hace más de 300 millones de años, cuando las plantas colonizaban la tierra e incluso antes de la aparición de los temibles dinosaurios.






En algunos lugares, los castaños se mezclan con poderosos robles que salpican la espesura de un intenso verde esmeralda. Se dice que, si se atrapa al vuelo una hoja de roble antes de que caiga al suelo, no se pasarán resfriados durante ese invierno. Tal vez finalices tu aventura con la recompensa de este encantamiento.



Pero basta de rumores; empieza a atardecer, y el viajero debe apresurarse, pues según se murmura en los cotilleos locales, a la salida del bosque, criaturas aladas de oscuras siluetas surcan los cielos de otoño plácidamente, aprovechándose de las corrientes cálidas que se forman entre los peñascos y las tranquilas aguas del embalse de los Morales.






No querrás perderte el espectáculo mientras almuerzas contemplando la serena superficie del lago, donde las truchas y las carpas juegan y brincan lozanas calentando sus lomos plateados bajo los rayos de sol.



Sin duda eres afortunado, viajero, pues el viento del norte, detenido por las inmensas y pétreas torres naturales de la sierra de Gredos que se recortan en el horizonte, apenas puede soñar con alcanzar este remanso de paz.



Bosques de cuento, collados, leyendas, historias medievales, formación de montañas, geología, conocimientos de herbalismo y botánica, criaturas sorprendentes y magma del interior de la Tierra transformado en roca ¿qué más le puedes pedir a una aventura tan cerca de tu hogar?



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